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La chica de la cesárea

  • Foto del escritor: Susana (unamamaenamorada)
    Susana (unamamaenamorada)
  • 8 feb 2015
  • 3 Min. de lectura

Hace unos días fuimos a una revisión a la clínica donde nació mi hija.

En la sala de espera había otra pareja con su bebé y una chica embarazadísima con su marido y su madre esperando a que la llamaran para hacerle una cesárea.

El cuadro era el siguiente: la futura mamá con una barriga inmensa y con las bolsas, su madre sentada al lado, y su pareja estaba en una silla aparte mirando el móvil. No se hablaban entre ellos, la pareja no estaba junta emocionada por lo que iba a suceder en cuestión de minutos: la llegada de su bebé.

La abuela del bebé por nacer nos preguntó sobre los nuestros y empezamos a entablar conversación.

El hombre estaba ausente y absorto en el móvil.

Yo le dije a la mamá que también me habían hecho una cesárea allí y que era rápido. La felicité por su maternidad y con la otra pareja nos emocionamos al hablar del nacimiento de nuestros bebés.

Entonces, le pregunté a la mamá si su pareja también iba a entrar en la cesárea, dado que en esta clínica dejan entrar a un acompañante si todo va bien, y de repente hubo una reacción general:

La madre abrió los ojos como platos y se puso contenta de poder estar acompañada en un momento como ese, admitiendo que estaba nerviosa y que pensarse acompañada eran muy buenas noticias.

El padre levantó por primera vez los ojos de la pantalla del móvil y puso cara de asco diciendo que de ninguna manera él iba a entrar a acompañar a su mujer en la cesárea alegando que él ya había hecho suficiente "dándole" el hijo a su mujer, y que "estas cosas" eran para las mujeres.

Y la abuela corrió a hablar con la matrona para decirle que si tenía la oportunidad, quería estar al lado de su hija en ese precioso momento y que no la iba a dejar sola.

Cuando madre y abuela se fueron, el hombre seguía con el móvil y ni le dio una palabra de cariño para despedirla.

La otra pareja y yo, muchísimo más emocionadas que el padre (emoción 0 y prepotencia 10), le deseamos que todo le fuera genial y nos miramos con ojos de indignados por la actitud de ese hombre.

La sala se quedó en silencio. No había nada más que decir.

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Pero yo me decía por dentro: el hombre, con poner de su parte al principio, ya se creía que lo había hecho todo. Y sin embargo, es la mujer la que padece los cambios en su cuerpo, los dolores, abala la vida de su hijo con la suya, padece el parto, el posparto (que es todavía peor), y muchísimas cosas más... Y encima estaba sola en el parto.

Claramente en un caso como este, madre y padre no son un 50% en la crianza de sus hijos. La mujer carga con un porcentaje altísimo de los "deberes" mientras el padre apenas contribuye siendo que el hijo es 50% suyo.

Y desgraciadamente todavía existen MUCHOS casos como este en la sociedad del siglo XXI.

Es evidente que para mi, tener un bebé no ha sido cuestión de derechos y deberes, sino que yo estoy encantadísima de invertir todos los recursos, todo el cariño y todo el amor del mundo en mi bebé. Además asumo que al igual que la mujer carga con la parte negativa de la crianza: cambios hormonales y corporales, falta de descanso... también tiene un contacto con el bebé de una calidad distinta que el padre (al menos si se da el pecho). Y podría entender que el padre, por no llevarlo dentro, pueda llegar a sentir un apego más débil al principio, pero jamás entenderé una actitud como la de ese hombre.

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Aquí os dejo lo que podría ser un ejemplo de debate suegra/joven donde uno de los sujetos (joven) tiene un pensamiento como el mío y el otro (suegra) como el del hombre: -Suegra: bueno, cuando te pongas de parto ya nos avisarás que vendremoa a hacer compañía a mi hijo! -Joven: cómo? Os avisaremos cuando nazca, porque con los dolores y todo lo que me viene encima sólo me faltaría gente por allí. Además, tu hijo estará conmigo, ayudándome. -Suegra: ay no! Con lo aprehensivo que es! Lo harás entrar?! -Joven: cómo que si "lo haré" entrar!? Él QUIERE estar en ese momento tan bonito que es el nacimiento de su bebé. Además, más aprehensiva soy yo, y será a mi a quien pincharán, cortarán... Faltaría más, que mi marido no entrara a ayudarme y a darme apoyo. Es lo mínimo que puede hacer!


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