

Precioso Norte de España
Cuando Emme tenía entre cuatro y cinco meses, ya pasado el calor del verano, decidimos realizar un viaje en familia, pero no queríamos coger avión.
Tanto mi marido como yo habíamos estado en zonas del Norte de España, pero teníamos muchos lugares pendientes de visitar y podíamos ir en coche, así que nos decidimos. Primera parada... ¡Donostia!
Partimos un viernes y tras llegar y descargar las maletas en el hotel, nos fuimos a dar un paseo por la Concha, el puerto y a hacer unos pinchos en la zona del casco antiguo de la ciudad.
Recomiendo el Bideluze Bar-Kafe, en la calle Garibau, paralela a la zona del tiovivo de la plaza del ayuntamiento. El local es encantador, y los pinchos, además de estar muy bien de precio, son buenísimos y variados.
Al día siguiente nos fuimos a los pueblecitos costeros de San Juan de Luz y Biarritz en Francia. Pasamos un bonito sábado visitando los paseos alrededor de las playas y disfrutando de las vistas: islotes llenos de vegetación. Pudimos poner por primera vez los pies de Emme en el mar...
(Por cierto, no dejéis de comprar peladillas si vais a Biarritz).
Y San Juan de luz es muy pintoresco. Septiembre es época de fiestas, puede ser interesante ir en esas fechas.
El domingo ya salimos en dirección a la zona costera de Cantabria, no sin pasar antes por Zarautz y por la magnífica Zumaia, con sus rocas del Paleoceno. I M P R E S I O N A N T E. Ese día tuvimos la suerte de que estaba nublado y había poca gente en la playa, por lo que pudimos sentarnos a disfrutar de las vistas de flysch con el único sonido del ir y venir del mar. Muy relajante.
Los siguientes pueblos que visitamos fueron: Castro Urdiales, Santoña, Noja, Suances y Laredo, donde tuvimos la suerte de encontrarnos en medio de la fiesta medieval y pudimos participar en algunas de sus actividades. Emme montó en burrito por primera vez, vimos camellos, participamos en una actividad con aves rapaces...
Si algún día viajáis por esa zona, os recomiendo el hotel rural Posada de la Torre, en Beranga. Muy bonito y acogedor. Ese día estábamos únicamente nosotros y pudimos bañarnos a placer en el spa por la noche.
También visitamos Santander, la única ciudad grande de nuestro recorrido de ida.
Y para acabar con la Comunidad de Cantabria, nos hicimos una sesión de fotos por las dunas de Liencres, y paseamos e hicimos noche en Santillana del Mar, donde disfrutamos de la tranquilidad y hospitalidad de Villa Pilar.
De allí nos fuimos dirección a Asturias, donde comimos en San Vicente de la Barquera, y visitamos Llanes y RIbadesella. Entre estos pueblos marineros, nos desviamos hacia los impresionantes Bufones de Pría, donde Emme se pegó un buen susto debido al sonido de los "pozos"; realizamos una caminata buscando las famosas cuevas del agua, con la mala suerte de que no pudimos encontrarlas porque habían sido destruídas por el temporal; y el último desvío fue Covadonga, con sus lagos, donde nos acercamos a una naturaleza llena de caballos, vacas, toros, terneros, ovejas, cabras, patos...
Para terminar, pasamos por Burgos en nuestro trayecto de vuelta y salimos a hacer unas compras y a cenar en el centro, donde casualmente también era la fiesta medieval, por lo que la animación y gentío de la ciudad era considerable.
He de decir que Emme se portó genial esos días, y aunque llevábamos el trayecto más que planificado de casa, con todo lo que visitaríamos de cada lugar, no pudimos cumplirlo al cien por cien. Eso sí, mantuvimos al máximo sus rutinas, como las horas de comer y dormir; y aprovechamos los trayectos en coche durante los ratos que a ella le tocaban las siestas.
Además, todos los hoteles que cogimos ofrecían ya la cuna, por lo que no tuvimos que llevarnos la nuestra (un bulto menos en el maletero).
¡Un viaje chulísimo, sin salir de España y con un bebé!



