Cada vez que oigo una ambulancia...

Cada vez que oigo una ambulancia me emociono. No lo puedo evitar.

Le digo a mi hija: "ninoní! Una ambulancia! Tu has ido en ambulancia, y no una, sino dos veces!"

Y ella sonrie. Ay, si tú supieras...

La primera vez, de la clínica al hospital fuí con ella y con las lágrimas a punto de salir.

Pero la segunda vez no la pude acompañar. Recuerdo que pasamos un par de horas esperando a la uci móvil, un par de horas interminables. Y cuando llegaron todo fue rapidísimo.

Nos explicaron cómo atenderían al bebé, dónde habíamos de ir y qué habíamos de hacer. Yo me imaginaba detrás de la ambulancia pero nos lo prohibieron. Ellos iban por autopista a máxima velocidad. Nosotros no podíamos ir a esa velocidad. Además, aunque llegáramos a la vez no nos iban a dejar entrar hasta que todo estuviera a punto.

Decidimos ir pot autovía. Tardamos más y fue duro, sentíamos que cada segundo contaba.

Escribo esto porque recientemente fuí al hospital. Estaba sola esperando el ascensor en la planta de pediatría, y en cuanto se abrieron las puertas apareció una unidad de la uci móvil. Venían a repetir la historia pero con otra criatura.

Fue toda una vivencia, negativa, pero una vivencia al fin y al cabo. Y supongo que aunque haya pasado el tiempo todavía es muy reciente.

Por eso, no lo puedo evitar... Cada vez que oigo una ambulancia me emociono...